Publicado el 5 de agosto de 1969 por Elektra Records, The Stooges irrumpe como un puñetazo mal dado pero efectivo en la mandíbula de la contracultura hippie. En plena era de la psicodelia elegante y el idealismo flower power, Iggy Pop y su banda llegaron para escupir en la cara del buen gusto, con una música cruda, repetitiva, monolítica, primitiva y absolutamente liberadora.
Este debut, producido por John Cale (sí, el de The Velvet Underground), es uno de los discos fundacionales del punk, pero también una anomalía ruidosa e indomable que no se parece exactamente a nada que hubiera sonado antes. Suena mal. Suena urgente. Suena auténtico.
El sonido de lo salvaje
The Stooges no componían como los demás. No les interesaban los solos virtuosos, ni las armonías vocales, ni las letras poéticas. Sus canciones eran mantras sucios construidos sobre dos o tres acordes, pero cargados de electricidad, deseo y furia contenida. La voz de Iggy es un aullido existencial, un lamento sexual, un berrido adolescente. Las guitarras de Ron Asheton son puro fango distorsionado, riffs que parecen derretirse en sus propios acoples.
El resultado no es solo una obra de rock, sino una explosión de energía primitiva, un disco que no quiere gustar, sino dejar marca.
Piezas clave:
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“1969” abre con una línea de bajo seca y un riff que no promete nada más que repetición, pero en esa repetición se encuentra la magia. “It’s another year for me and you / Another year with nothing to do.” Es la voz del tedio suburbano, del joven sin causa. Un manifiesto sin eslogan.
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“I Wanna Be Your Dog” es el centro gravitacional del disco. Un riff que no se detiene, una campana que repica como tortura, y un Iggy que se entrega, sometido, salvaje, sexual y desarmado. Una de las canciones más icónicas de la historia del rock por su simplicidad abrasiva y su potencia carnal.
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“We Will Fall” es la pieza más insólita del álbum: 10 minutos de drones, mantras vocales y un violín que parece flotar sobre una ceremonia pagana. Suena como si los Stooges hubieran sido poseídos por la Velvet más litúrgica. Hipnótica, perturbadora.
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“No Fun” es otro himno del aburrimiento hecho combustible. “No fun, my babe, no fun.” Como un Chuck Berry deforme y ralentizado, arrastrado por la suciedad del garage y la rabia del desinterés.
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“Real Cool Time”, “Ann” y “Not Right” completan el cuerpo del disco con la misma fórmula: riffs sólidos, letras mínimas, actitud excesiva. Canciones que no buscan desarrollo, sino impacto.
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“Little Doll” cierra el álbum con un groove oscuro, casi tribal. Una especie de trance primitivo donde la banda parece fundirse en un solo cuerpo que golpea, muerde y baila.
Conclusión
The Stooges no fue un éxito en su tiempo. Pero con los años, su influencia se volvió sísmica. Aquí nació el punk, sí, pero también el noise rock, el grunge, el post-punk. Este disco es la semilla podrida que germinó en todas las ramas más sucias, honestas y viscerales del rock.
Es un álbum que no quiere convencer, solo contagiar. No ofrece consuelo: ofrece una salida, una liberación. Es feo, ruidoso, simple, y absolutamente necesario.
Listado de temas:
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1969
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I Wanna Be Your Dog
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We Will Fall
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No Fun
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Real Cool Time
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Ann
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Not Right
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Little Doll
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