En el futuro la Tierra es un planeta devastado en el que el aire se ha vuelto tóxico. Rodeados por este paisaje desolado, algunos seres humanos sobreviven en un silo subterráneo. Allí, hombres y mujeres viven en una sociedad regulada por estrictas leyes que han sido creadas para protegerlos. El sheriff Holston, quien no ha vacilado en defender las reglas del silo durante años, de repente rompe el mayor de todos los tabúes: pide salir al exterior.
Su fatídica decisión desencadenará una serie de drásticos acontecimientos que llevará al resto de habitantes del silo a enfrentarse a algo que sólo se conoce por las historias y cuyo nombre ni siquiera se atreven a susurrar.
Espejismo es un tipo de ciencia ficción que no necesita naves ni galaxias lejanas para volarte la cabeza. Basta un silo subterráneo, muchos niveles hacia abajo, reglas que nadie cuestiona… y un secreto que amenaza con derrumbarlo todo. Desde la primera página sentí esa mezcla deliciosa de claustrofobia, misterio y anticipación: sabes que algo está mal, que la historia oficial no encaja, pero no sabes exactamente qué pieza falta.
La ambientación es genial, el silo es casi un personaje. Cada nivel tiene personalidad, funciones, tensiones sociales; es una sociedad entera apretada entre paredes y un aire que siempre parece a punto de agotarse. Me encantan los mundos distópicos, y este en particular juega muy bien con esa atmósfera de control absoluto, de vigilancia disfrazada de obediencia, de miedo convertido en tradición.
La novela arranca fuerte: no tarda en mostrarte el castigo más temido—la “limpieza”—y cómo este ritual funciona como mecanismo de control emocional y político. Y luego llega Juliette. Qué personaje tan bien hecho. Me encanta que no sea la heroína típica. Es tosca, práctica, ingeniera ante todo, alguien que entiende el mundo desde lo que funciona y lo que se rompe. Que el protagonista no sea un líder nato ni alguien especialmente manipulable, sino una mujer que simplemente hace bien su trabajo, me parece un gran acierto. Su ascenso, su descubrimiento paulatino del funcionamiento real del silo, y su forma de cuestionarlo todo desde la lógica y no desde la rebeldía impulsiva… es imposible no quererla.
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